La verdad sobre el desayuno
Un tazón de cereales, una tostada con tomate y un vaso de zumo de naranja.
¿Parece un desayuno saludable, verdad? Por desgracia, no lo es.
La verdad es que el desayuno puede ser algo confuso. Quizás hayas oído que el desayuno es la comida más importante del día. Gracias a los anuncios de TV, las campañas de publicidad y al hecho de que sea lo primero que te encuentras al entrar en un supermercado, da la sensación de que muchos de los productos de desayuno del mercado son saludables. En algunos casos esto es verdad, mientras que en otros es falso.
Más allá de los mitos y el marketing, esto es lo que necesitas saber acerca del desayuno.
No todos los desayunos son iguales
El problema que tienen muchos productos alimenticios para el desayuno es que contienen grandes cantidades de azúcar y carbohidratos simples. Tras una noche entera de ayuno, los carbohidratos simples se digieren en seguida, provocando que tus niveles de azúcar en sangre y de insulina aumenten rápidamente. Tu cuerpo deja de quemar grasa y comienza a almacenar carbohidratos simples, a menudo en forma de grasa. Aún peor, después de que hayas digerido los carbohidratos simples, sentirás un bajón de energía y empezarás a tener la necesidad de comer más comida en tan solo unas pocas horas.
Por contra, los carbohidratos complejos, como los cereales integrales o la avena, proporcionan energía duradera. Su absorción tarda más tiempo, evitando que se produzcan grandes variaciones en tu nivel de azúcar en sangre. Añadir proteínas y grasa a tu comida también ayudará a estabilizar tu nivel de azúcar en sangre. Con una combinación saludable de carbohidratos complejos, proteínas y grasa te sentirás lleno durante más tiempo y obtendrás energía procedente de nutrientes complejos.
Todo consiste en tomar buenas decisiones
El hábito de desayunar ha sido manipulado por la industria alimentaria moderna. La industria alimentaria ha invertido millones para convencernos de que sus productos de desayuno son los mejores. Comercializan productos “saludables” de la misma manera en que los fabricantes intentan convencernos de que los cereales recubiertos de azúcar o la bollería son la mejor opción. ¡Pero no lo son!
Puede que implique más esfuerzo de tu parte, pero es importante saber ignorar la publicidad y tomar tus propias decisiones. La forma más fácil de hacerlo es leer las etiquetas de valores nutricionales. En cada producto alimenticio encontrarás un desglose real de los carbohidratos, proteínas y grasas que contiene. Con esta información podrás tomar tus propias decisiones sobre qué es saludable y qué no lo es.
Evita los zumos de fruta
¿Sabías que un vaso de zumo de naranja contiene más azúcar que un vaso de Coca-Cola?
Si miras la etiqueta nutricional, lo comprobarás. Esto no significa que la Coca-Cola sea una opción mejor, sino que beber mucho zumo tampoco es lo adecuado. El zumo contiene una gran cantidad de fructosa, un azúcar simple que se ha asociado en muchos estudios con la obesidad, la resistencia a la insulina y la diabetes tipo II. Nosotros sugerimos que evites los zumos de fruta tanto como la Coca-Cola, y que en su lugar bebas agua.
Puede que no necesites desayunar
Tanto si comes habitualmente una, dos o tres comidas al día, es importante consumir las calorías suficientes y mantener una rutina. Siguiendo una rutina, tu cuerpo aprenderá cuándo puede quemar grasa.
Algunas personas se saltan el desayuno durante toda su vida y continúan estando saludables y manteniendo su peso. Esto está muy bien. Significa que sus cuerpos se han adaptado a su rutina y han aprendido a funcionar sin desayuno. Si estas personas cambiaran su rutina y comenzaran a desayunar de vez en cuando, probablemente confundirían a sus cuerpos y empezarían a ganar peso.
Muchas personas tienden a comer de forma irregular. Toman el desayuno un día, pero luego se lo saltan al día siguiente. En estos casos, el cuerpo se confunde y no está seguro de cuándo puede ser la próxima comida. Para compensar, el cuerpo almacena más grasa para poder “sobrevivir” a la siguiente fase de ayuno. Si desayunas de manera irregular, te recomendamos que seas constante y que tomes un buen desayuno cada día.
En resumen:
Aléjate de los alimentos azucarados y opta por alimentos integrales y naturales. Combina en tu plato alimentos con grasas saludables, carbohidratos y proteínas.
Añade proteína para saciarte durante más tiempo y poder mantener un nivel de energía constante durante el día
Prueba nuevas recetas combinando huevos, espinacas, setas, verduras, jamón o requesón con carbohidratos complejos.
Si has vivido una vida sana sin desayuno, continúa así.
Si desayunas de manera ocasional, puede que hacer de ello un hábito continuo ayude. Pruébalo durante una semana y decide por ti mismo.